La Visión de Christine: El Feminismo en su forma inicial Aproximación a la obra de Cristina de Pizán
“Si las mujeres hubiesen escrito libros, seguramente todo habría sido diferente”
Christine de Pizan
Christine de Pizan
Cristina será la iniciadora de lo que se conocerá durante el Renacimiento como la Querella de las mujeres, movimiento de defensa de la mujer llevado a cabo por diversas intelectuales del momento y que surge a raíz de su obra Cartas de la Querella del Roman de la Rose (1398-1402) contra la segunda parte de esta obra escrita por Jean de Meun, donde el autor ataca duramente a las mujeres. Para la medievalista Blanca Garí, Pizán es la primera escritora feminista porque, frente al discurso de los doctos de la época, la autora escribió a partir de su experiencia, de la experiencia que tenía de su cuerpo de mujer: es la primera en afirmar que todo lo que se dice sobre la maldad de las mujeres no se debe a ninguna característica intrínseca, sino a las circunstancias, que no es natural, sino social. Y que repasa lo que los hombres han dicho de las mujeres y lo rebate desde su propia experiencia[1]. Pizán se arremete contra un círculo intelectual masculino, revirtiendo las leyes literarias y las ideas de la época evocando a un discurso libre donde la mujer es capaz de desencadenarse, luchar y enfrentar, dentro de la realidad ficcional, al mundo real que la condena y esclaviza. En este ensayo, analizaremos el trabajo de Cristina a partir de tres obras, que a mi parecer, son sumamente importantes para el legado femenino y feminista de la historia literaria: Epístola del dios del Amor, El libro de la rosa y La Ciudad de las Damas.
Los saberes desde la época clásica, se dividían en las siete disciplinas de las artes liberales: el trivium (que comprendía la gramática, la dialéctica y la retórica, nombradas artes del lenguaje) y el quadrivium (que comprendía la geometría, la astronomía, la aritmética y la música). Para el humanismo, la retórica era una materia central en su teoría de la educación, ya que se estudiaba para alcanzar competencia en la elocuencia pública, lo que para este movimiento cultural era objetivo básico de una trayectoria educativa ideal. Los ideólogos humanistas, sin embargo, insistieron en que el currículum formativo de las niñas debía diferir de la de los niños en un punto fundamental: no debían estudiar retórica, ya que para ellas era una enseñanza innecesaria. La educación para ellas debía ser funcional a un modelo de género femenino que condenaba a las mujeres al silencio público. Un silencio que Cristina rompió, ya que tempranamente en su carrera literaria, intervino en ese duro ámbito público, para que la experiencia femenina tuviera allí su voz. Fue hacia 1399 cuando Cristina empezó a escribir abiertamente en defensa de las mujeres. Su primera obra en defensa de las mujeres fue la “Epístola del dios del Amor”, un largo poema de más de ochocientos versos con el que se lanzó exponiéndose a la vida literaria. Para las feministas comprometidas, la deconstrucción de las identidades esenciales tendría que verse como la condición necesaria para una comprensión adecuada de las verdaderas relaciones sociales donde se habrían de aplicar los principios de libertad e igualdad[2]. En esta obra Cristina condena y exponen la hipocresía de los hombres que acusan a las mujeres, cuando en realidad son ellos los culpables. Esta obra me remite al trabajo de Sor Juana Inés de la Cruz “Hombres Necios” donde ella, al igual que Pizán, condena a los hombres por la concepción y opinión que tenían sobre las mujeres. Podríamos afirmar que Cristina es la antecesora de Sor Juana, quien por la Inquisición, estuvo un poco más restringida, en cuanto a promoción de ideas se refiere. Más adelante veremos las coincidencias existentes entre Pizán y Sor Juana.
A finales del siglo XIV y principios del siglo XV. Se discutía entonces sobre la naturaleza femenina, rebatiendo o apoyando una antigua tradición misógina que repoblaba entonces la Europa culta y letrada. Una tradición misógina que despreciaba la fisiología femenina y negaba las capacidades morales e intelectuales de las mujeres. El cuerpo femenino era descrito como fuente de malignidad y de impureza; las mujeres, como seres engañosos e incapaces de acciones benefactoras para la sociedad. Todo el falso dilema de la igualdad versus la diferencia se derrumba desde el momento en que ya no tenemos una entidad homogénea "mujer" enfrentada con otra entidad homogénea "varón", sino una multiplicidad de relaciones sociales en las cuales la diferencia sexual esta construida siempre de muy diversos modos, y donde la lucha en contra de la subordinación tiene que ser planteada en formas específicas y diferenciales[3]. El juego aquí no está sólo en lo que se manifiesta en la época como en el trabajo de Pizán, sino en las maneras de revolucionar las ideas, es decir, el empleo del discurso para una causa social y política. Cristina intervino en el debate de diversas maneras; escribiendo obras en defensa de las mujeres y también promoviendo la recopilación de los textos que defendían y atacaban a las mujeres, llevándolos de ese modo a la arena pública, especialmente los generados por el debate entorno al “Libro de la rosa”, un largo poema que influyó notablemente la lírica misógina europea. Se trataba pues de un debate en gran medida erudito, que se dirimía en textos filosóficos, religiosos y científicos. Y fue, además, de gran alcance puesto que en él participaron personajes de alto nivel e influencia. La intervención de Cristina, primera mujer cuya voz sonó con fuerza en ese debate, aportó elementos nuevos e inéditos en la historia del pensamiento político: “Si las mujeres hubiesen escrito esos libros los habrían hecho distintos, porque ellas saben que se las acusa en falso[4]”. Pizán tiene una fuerte idea sobre la intelectualidad de la mujer. Ella no sólo defiende a su género en cuestiones sociales y políticas, sino también en cuestiones intelectuales, lo cual reafirma la idea de que es una escritora que se adelanta a su época, pues estas ideas de revolución intelectual femenina, no se verán hasta la publicación de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir en el año 1949. The real-life women who undertake the process of social and symbolic reconstruction of female subjectivity are not a new version of Cartesian consciousness, but rather a deconstructed, multiple entity in themselves: split, fractured, and constituted over intersecting levels of experience[5] (la mujer de la vida real que toma por debajo los proceso de reconstrucción social y simbólica de la subjetividad femenina no son una nueva versión de consciencia cartesiana, sino una entidad múltiple de deconstrucción en ellas mismas: dividida, fracturada y constituida sobre niveles de experiencia interjectiva) Estos niveles van más allá de una experiencia cotidiana; Cristina explora estos campos para hablar y tratar a la mujer, no sólo como un sujeto social, sino como sujeto artístico-intelectual. Carta válida que debemos reconocer en el trabajo de Pizán. Esto sucede en el caso de Cristina, utiliza el discurso literaria para apedrear las concepciones masculinas sobre la mujer, para dar a conocer una valoración de género desde una perspectiva femenina.
En “La ciudad de las damas” (su obra más conocida) Cristina pone en juego en primer lugar, su ser mujer. Se trata de un cambio fundamental en el punto de vista, en el lugar de enunciación de quien elabora y emite un discurso, un cambio de perspectiva que convierte el cuerpo sexuado en fuente legítima de conocimiento. “La ciudad de las damas” es un retablo de reconocidas mujeres ejemplares, reales o míticas, cuyas virtudes no habían sido superadas por ningún varón. Un texto que, rompiendo con los tabúes de la época, toma por primera vez la palabra en nombre de todas las mujeres para defenderlas de las continuas invectivas que los hombres les dedicaban. Las acusaban de escasa capacidad intelectual, debilidad, avaricia o infidelidad; de causarles placer la violación y de hacer insoportable el matrimonio con su amargura y rencor, les impedían estudiar alegando que el conocimiento corrompería sus costumbres, y los predicadores llegaban a decir que si Dios se había aparecido a una mujer era porque sabía que no podría callarse y antes se conocería la noticia de su resurrección. Del mismo modo, prohibían el púlpito a las abadesas porque sus labios “llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre”. La autora recurre a tres figuras alegóricas que se le aparecen en su estudio, Razón, Derecho y Justicia -tres virtudes laicas frente a las teologales Fe, Esperanza y Caridad-, para rehabilitar a las mujeres construyendo una ciudad cuyos cimientos, piedras y acabados son los ejemplos de mujeres virtuosas y cuya argamasa es la tinta. Con las heroicas y benefactoras acciones de sus protagonistas, realiza una gran hazaña: la de construir a las mujeres como sujeto político. No se trata de un lugar para esconderse del mundo ni desde el que luchar en su contra. Se trata de un espacio simbólico que resguarde la presencia viva y significante de la autoridad femenina en el mundo. Sus murallas quieren proteger y asegurar el reconocimiento de lo que las mujeres han hecho y hacen en él. La ciudad que Cristina construyó simboliza el espacio público, recuperando para la política su sentido originario. Pero en ese espacio las mujeres estamos con, y por, nuestra historia propia, con señorío, no como invitadas ajenas a su definición y a su diseño. La Razón proporciona materiales para la fundación, la rectitud ayuda a construir las paredes, crean el foso, establece la ciudad, y de Justicia, añade el toque final a las altas torres y lugares. Cristina y Dame Razón discutir los motivos detrás de la misoginia de los hombres. Motivos que proponen demostrar que muchas mujeres han hecho importantes contribuciones a la civilización Un patrón está establecido aquí, que se repetirá en los siguientes capítulos donde se establecen paralelismos entre los modelos clásicos y los ejemplos más recientes de virtudes comparables por Pizán, está claramente dispuesto a que la virtud femenina relegado a un pasado mitológico. I think that the notion and the historical problems related to difference in general and “sexual difference” in particular are extremely relevant policatilly.[6] (Creo que la noción y los problemas históricos relacionados a la diferencia en general y “las diferencias sexuales” en particular, son políticamente hablando, extremadamente relevantes. La denuncia de Pizán en términos políticos genera otro discurso feminista, no sólo reniega en las diferencias de clases sino en las diferencias de género en la estructura social, política y económica de la época. En el caso de la “Dame” rectitud recoge y cita muchos casos de mujeres que habían tenido la moral alta, tales como la piedad filial, la devoción de esposa, la integridad y la generosidad. Usando sólo los mejores materiales de construcción, la rectitud construye la ciudad. Justicia da pasos para poblar la ciudad con las mejores mujeres, comenzando con la Virgen María, María Magdalena, y una larga lista de santas y mártires.
(…)
Si fuera costumbre mandar a las niñas a la escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que ellos pues aunque en tanto que mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos hábil para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican. Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas. Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio. Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro.[7] Aunque no se puede saber por seguro, parece que “La Cité des Dames” tuvo un papel muy influencial en la obra famosa de Sor Juana Inés de la Cruz, “La Respuesta a la Muy Ilustre Sor Filotea de la Cruz.” En dicha obra, Sor Juana cita a muchas mujeres históricas, mitológicas y bíblicas para apoyar su defensa de las mujeres. En “La Cité” de Cristina aparecen muchas de las mismas mujeres, a las cuales ella también cita para apoyar su defensa femenina. Dentro de ambas obras se encuentran algunos de los mismos temas como la importancia de la educación de la mujer y la afirmación de su igualdad intelectual y espiritual. Esta obra es simplemente un largo discurso que rechaza la tradición misógina con ejemplos, y defiende a todas las mujeres virtuosas. Los muchos otros temas de “La Cité” son varios: la educación para las mujeres, la capacidad femenina intelectual, el travestismo de santas, la refutación de que las mujeres invitan la violación, y que tener una hija no es algo negativo. El tema de la violencia verbal y física en contra de las mujeres es lo que conecta las partes diferentes del texto.
En la lucha femenina para defenderse y protegerse, Cristina de Pizán ha dejado sus marcas. Los temas que promovió y las mujeres a que citó eran las “piedras” de la ciudad universal que podía servir como defensa y refugio para todas las mujeres. Las diferencias que se encuentran en los enfoques, sólo sirven para aumentar y ampliar su poder e importancia como pruebas de la igualdad moral, intelectual y espiritual de los sexos. Pizán es un claro ejemplo de mujer revolucionaria. No sólo se adelanta a su época, sino que trabaja un discurso femenino y feminista sumamente impresionantes, cuyos parámetros aún son válidos en estos días.
Los saberes desde la época clásica, se dividían en las siete disciplinas de las artes liberales: el trivium (que comprendía la gramática, la dialéctica y la retórica, nombradas artes del lenguaje) y el quadrivium (que comprendía la geometría, la astronomía, la aritmética y la música). Para el humanismo, la retórica era una materia central en su teoría de la educación, ya que se estudiaba para alcanzar competencia en la elocuencia pública, lo que para este movimiento cultural era objetivo básico de una trayectoria educativa ideal. Los ideólogos humanistas, sin embargo, insistieron en que el currículum formativo de las niñas debía diferir de la de los niños en un punto fundamental: no debían estudiar retórica, ya que para ellas era una enseñanza innecesaria. La educación para ellas debía ser funcional a un modelo de género femenino que condenaba a las mujeres al silencio público. Un silencio que Cristina rompió, ya que tempranamente en su carrera literaria, intervino en ese duro ámbito público, para que la experiencia femenina tuviera allí su voz. Fue hacia 1399 cuando Cristina empezó a escribir abiertamente en defensa de las mujeres. Su primera obra en defensa de las mujeres fue la “Epístola del dios del Amor”, un largo poema de más de ochocientos versos con el que se lanzó exponiéndose a la vida literaria. Para las feministas comprometidas, la deconstrucción de las identidades esenciales tendría que verse como la condición necesaria para una comprensión adecuada de las verdaderas relaciones sociales donde se habrían de aplicar los principios de libertad e igualdad[2]. En esta obra Cristina condena y exponen la hipocresía de los hombres que acusan a las mujeres, cuando en realidad son ellos los culpables. Esta obra me remite al trabajo de Sor Juana Inés de la Cruz “Hombres Necios” donde ella, al igual que Pizán, condena a los hombres por la concepción y opinión que tenían sobre las mujeres. Podríamos afirmar que Cristina es la antecesora de Sor Juana, quien por la Inquisición, estuvo un poco más restringida, en cuanto a promoción de ideas se refiere. Más adelante veremos las coincidencias existentes entre Pizán y Sor Juana.
A finales del siglo XIV y principios del siglo XV. Se discutía entonces sobre la naturaleza femenina, rebatiendo o apoyando una antigua tradición misógina que repoblaba entonces la Europa culta y letrada. Una tradición misógina que despreciaba la fisiología femenina y negaba las capacidades morales e intelectuales de las mujeres. El cuerpo femenino era descrito como fuente de malignidad y de impureza; las mujeres, como seres engañosos e incapaces de acciones benefactoras para la sociedad. Todo el falso dilema de la igualdad versus la diferencia se derrumba desde el momento en que ya no tenemos una entidad homogénea "mujer" enfrentada con otra entidad homogénea "varón", sino una multiplicidad de relaciones sociales en las cuales la diferencia sexual esta construida siempre de muy diversos modos, y donde la lucha en contra de la subordinación tiene que ser planteada en formas específicas y diferenciales[3]. El juego aquí no está sólo en lo que se manifiesta en la época como en el trabajo de Pizán, sino en las maneras de revolucionar las ideas, es decir, el empleo del discurso para una causa social y política. Cristina intervino en el debate de diversas maneras; escribiendo obras en defensa de las mujeres y también promoviendo la recopilación de los textos que defendían y atacaban a las mujeres, llevándolos de ese modo a la arena pública, especialmente los generados por el debate entorno al “Libro de la rosa”, un largo poema que influyó notablemente la lírica misógina europea. Se trataba pues de un debate en gran medida erudito, que se dirimía en textos filosóficos, religiosos y científicos. Y fue, además, de gran alcance puesto que en él participaron personajes de alto nivel e influencia. La intervención de Cristina, primera mujer cuya voz sonó con fuerza en ese debate, aportó elementos nuevos e inéditos en la historia del pensamiento político: “Si las mujeres hubiesen escrito esos libros los habrían hecho distintos, porque ellas saben que se las acusa en falso[4]”. Pizán tiene una fuerte idea sobre la intelectualidad de la mujer. Ella no sólo defiende a su género en cuestiones sociales y políticas, sino también en cuestiones intelectuales, lo cual reafirma la idea de que es una escritora que se adelanta a su época, pues estas ideas de revolución intelectual femenina, no se verán hasta la publicación de “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir en el año 1949. The real-life women who undertake the process of social and symbolic reconstruction of female subjectivity are not a new version of Cartesian consciousness, but rather a deconstructed, multiple entity in themselves: split, fractured, and constituted over intersecting levels of experience[5] (la mujer de la vida real que toma por debajo los proceso de reconstrucción social y simbólica de la subjetividad femenina no son una nueva versión de consciencia cartesiana, sino una entidad múltiple de deconstrucción en ellas mismas: dividida, fracturada y constituida sobre niveles de experiencia interjectiva) Estos niveles van más allá de una experiencia cotidiana; Cristina explora estos campos para hablar y tratar a la mujer, no sólo como un sujeto social, sino como sujeto artístico-intelectual. Carta válida que debemos reconocer en el trabajo de Pizán. Esto sucede en el caso de Cristina, utiliza el discurso literaria para apedrear las concepciones masculinas sobre la mujer, para dar a conocer una valoración de género desde una perspectiva femenina.
En “La ciudad de las damas” (su obra más conocida) Cristina pone en juego en primer lugar, su ser mujer. Se trata de un cambio fundamental en el punto de vista, en el lugar de enunciación de quien elabora y emite un discurso, un cambio de perspectiva que convierte el cuerpo sexuado en fuente legítima de conocimiento. “La ciudad de las damas” es un retablo de reconocidas mujeres ejemplares, reales o míticas, cuyas virtudes no habían sido superadas por ningún varón. Un texto que, rompiendo con los tabúes de la época, toma por primera vez la palabra en nombre de todas las mujeres para defenderlas de las continuas invectivas que los hombres les dedicaban. Las acusaban de escasa capacidad intelectual, debilidad, avaricia o infidelidad; de causarles placer la violación y de hacer insoportable el matrimonio con su amargura y rencor, les impedían estudiar alegando que el conocimiento corrompería sus costumbres, y los predicadores llegaban a decir que si Dios se había aparecido a una mujer era porque sabía que no podría callarse y antes se conocería la noticia de su resurrección. Del mismo modo, prohibían el púlpito a las abadesas porque sus labios “llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre”. La autora recurre a tres figuras alegóricas que se le aparecen en su estudio, Razón, Derecho y Justicia -tres virtudes laicas frente a las teologales Fe, Esperanza y Caridad-, para rehabilitar a las mujeres construyendo una ciudad cuyos cimientos, piedras y acabados son los ejemplos de mujeres virtuosas y cuya argamasa es la tinta. Con las heroicas y benefactoras acciones de sus protagonistas, realiza una gran hazaña: la de construir a las mujeres como sujeto político. No se trata de un lugar para esconderse del mundo ni desde el que luchar en su contra. Se trata de un espacio simbólico que resguarde la presencia viva y significante de la autoridad femenina en el mundo. Sus murallas quieren proteger y asegurar el reconocimiento de lo que las mujeres han hecho y hacen en él. La ciudad que Cristina construyó simboliza el espacio público, recuperando para la política su sentido originario. Pero en ese espacio las mujeres estamos con, y por, nuestra historia propia, con señorío, no como invitadas ajenas a su definición y a su diseño. La Razón proporciona materiales para la fundación, la rectitud ayuda a construir las paredes, crean el foso, establece la ciudad, y de Justicia, añade el toque final a las altas torres y lugares. Cristina y Dame Razón discutir los motivos detrás de la misoginia de los hombres. Motivos que proponen demostrar que muchas mujeres han hecho importantes contribuciones a la civilización Un patrón está establecido aquí, que se repetirá en los siguientes capítulos donde se establecen paralelismos entre los modelos clásicos y los ejemplos más recientes de virtudes comparables por Pizán, está claramente dispuesto a que la virtud femenina relegado a un pasado mitológico. I think that the notion and the historical problems related to difference in general and “sexual difference” in particular are extremely relevant policatilly.[6] (Creo que la noción y los problemas históricos relacionados a la diferencia en general y “las diferencias sexuales” en particular, son políticamente hablando, extremadamente relevantes. La denuncia de Pizán en términos políticos genera otro discurso feminista, no sólo reniega en las diferencias de clases sino en las diferencias de género en la estructura social, política y económica de la época. En el caso de la “Dame” rectitud recoge y cita muchos casos de mujeres que habían tenido la moral alta, tales como la piedad filial, la devoción de esposa, la integridad y la generosidad. Usando sólo los mejores materiales de construcción, la rectitud construye la ciudad. Justicia da pasos para poblar la ciudad con las mejores mujeres, comenzando con la Virgen María, María Magdalena, y una larga lista de santas y mártires.
(…)
Si fuera costumbre mandar a las niñas a la escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual que ellos pues aunque en tanto que mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos hábil para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican. Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas. Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio. Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro.[7] Aunque no se puede saber por seguro, parece que “La Cité des Dames” tuvo un papel muy influencial en la obra famosa de Sor Juana Inés de la Cruz, “La Respuesta a la Muy Ilustre Sor Filotea de la Cruz.” En dicha obra, Sor Juana cita a muchas mujeres históricas, mitológicas y bíblicas para apoyar su defensa de las mujeres. En “La Cité” de Cristina aparecen muchas de las mismas mujeres, a las cuales ella también cita para apoyar su defensa femenina. Dentro de ambas obras se encuentran algunos de los mismos temas como la importancia de la educación de la mujer y la afirmación de su igualdad intelectual y espiritual. Esta obra es simplemente un largo discurso que rechaza la tradición misógina con ejemplos, y defiende a todas las mujeres virtuosas. Los muchos otros temas de “La Cité” son varios: la educación para las mujeres, la capacidad femenina intelectual, el travestismo de santas, la refutación de que las mujeres invitan la violación, y que tener una hija no es algo negativo. El tema de la violencia verbal y física en contra de las mujeres es lo que conecta las partes diferentes del texto.
En la lucha femenina para defenderse y protegerse, Cristina de Pizán ha dejado sus marcas. Los temas que promovió y las mujeres a que citó eran las “piedras” de la ciudad universal que podía servir como defensa y refugio para todas las mujeres. Las diferencias que se encuentran en los enfoques, sólo sirven para aumentar y ampliar su poder e importancia como pruebas de la igualdad moral, intelectual y espiritual de los sexos. Pizán es un claro ejemplo de mujer revolucionaria. No sólo se adelanta a su época, sino que trabaja un discurso femenino y feminista sumamente impresionantes, cuyos parámetros aún son válidos en estos días.
[1] La mirada interior: escritoras místicas y visionarias en la edad media. Blanca Garí Ediciones Martínez Roca, 1999. Pág. 54
[2] Feminismo, ciudadania ypolitica democratica radical. Chantal Mouffe. Pág. 6
[3] Feminismo, ciudadania y politica democratica radical. Chantal Mouffe. Pág. 8
[4] Le Dit de la Rose Cristina de Pizán. Editorial Miranda Remnek 1401
[5] Feminism by Any other Name. Entrevista por Rosi Braidotti con Judith Butler.
[6] Feminism by Any other Name. Entrevista por Rosi Braidotti con Judith Butler
[7] Cité des Dames. Christine de Pizán. Serie Moyen Age 2005
BIBLIOGRAFÍA
BLUMENFELD-KOSINSKI, Renate. “Femme de corps et femme par sens: Christine de Pizan’s Saintly Women.” (1996)
THE ROMANIC REVIEW “Christine de Pisan.” In Domna C. Stanton (ed.), The Defiant Muse: French Feminist Poems from the Middle Ages to the Present. Editorial Universitaria de New York (1986),
DE PIZAN, Christine. La Cité des Dames. Serie Moyen Age (2005)
BRAIDOTTI, Rosi con BUTLER, Judith “Feminism by Any other Name”. Entrevista.
DE PIZAN, Christine “Le Dit de la Rose”. Editorial Miranda Remnek (1982)
MOUFFE, Chantal. “Feminismo, ciudadania y politica democratica radical”. (Formato pdf)
GARÍ, Blanca “La mirada interior: escritoras místicas y visionarias en la edad media”. Ediciones Martínez Roca (1999)
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