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lunes, 16 de marzo de 2009

Romané de María Miranda Medina


La palabra como un perfil sin rostro de la muchacha de los jacintos

Editorial Dragostea, Junio 2007 –Arequipa

En estos años 00, una nueva generación de poetas se abre camino hacia una nueva posición en el legado de las letras. Con una nueva propuesta donde la forma y el contenido van de la mano, no esquivando la exploración de nuevas barreras y jugando con la palabra, se arremeten contra una tradición pasada más no olvidada. El individuo, como clave en la imagen del espejo en una nueva idea de deshumanización, a la cual no podría calificar de más humana. María Miranda se inserta en este mundo donde las posibilidades se asemejan al infinito. Ella, poeta de 22 años que, con una corta pero significativa trayectoria en las bases de la escuela de Literatura (donde terminó el último año este 2008) así como en las bases de la poesía femenina actual, ha dejado ya huellas que muchos y muchas van siguiendo. Defensora de su género, ha trabajado en el grupo editorial Dragostea por cuatro años y ya ha marcado con trabajos como la traducción del manifiesto feminista “S.C.U.M.”, la edición de la colección de poesía “Lady Lazarus” y en diversos trabajos editoriales donde la ideología pasa a ser un instrumento para conocer a las minorías. Ella, como la editorial a la que pertenece, gritan con las palabras de Macherey que “la obra literaria no puede ser reducida a la ideología que contiene”.

María Miranda nos entrega su primer trabajo haciendo una conjunción limpia entre la poesía y el ensayo, interpolando ambos géneros llegando a incluir uno dentro de otro. Romané entendido como un libro de entrega a lo que la autora cree y defiende, a las ideas que ha formado con el tiempo y que comunica de maneras innovadoras. Miranda propone la reconstrucción de los jacintos comprendidos como las piezas del laberinto y del libro que ella concibe como un sólo objeto. Es clara la sensación del laberinto que componen sus ideas y sensaciones proyectadas en la obra, que son sus letras, el libro. La reconstrucción de cada pieza es lo que permite a María abordar los problemas que enfrenta en el texto de una manera profunda, llevando cada idea y sensación al límite de sus posibilidades. Romané es una ofrenda honesta que alcanza su complemento en la revolución, ese tipo de revolución que necesita belleza, alcanzada por medio de las palabras e imágenes que, juntas, generan una explosión perfecta. Miranda ve a la literatura como un acto de amor y de ofrenda y es a través de ella que manifiesta lo que ama y lo que admira, plasmando sus percepciones en palabras.

Este libro encierra en su totalidad seis ensayos, entendiendo el primero como una mirada interna, utilizando las bases de la poesía para abordar la intimidad propia a manera de ensayo. María empieza Romané con el “Talitá Kum”, poemario ensayístico o ensayo poético (según el ángulo en que se mire) cuyo nombre surge de la cita bíblica Marcos 5: 41, que significa: “Niña, a ti te lo digo, levántate”. La niña es el arquetipo en el cual María encierra su imagen, la muchacha de los jacintos, que no es otra sino ella misma. El “Talitá Kum” nos propone la exploración del yo frente al otro, el exponerse frente al espejo que es otra persona como medio de introspección para hacer de la memoria una facultad infinita. El Talitá Kum hace un juego donde ambos lados del espejo intercambian sensaciones, ideas y acciones que se presentan como en un espiral, dependiendo de la intención, en uno u otro, mostrando la facultad de intercambiar las miradas y el lugar donde nos ubicamos. El silencio también está presente como elemento importante en el entendimiento mutuo. El círculo se completa con el intercambio de lugares: la idea a descubrir del texto, el laberinto entre los polos opuestos. El libro continúa con ensayos, en los cuales experimenta con la forma para expresar un contenido altamente reflexivo. Nos enfrentamos a “The narrow Bridge of Art (A room of one’s own)”. Este ensayo como un tributo a las ideas de Woolf, en las cuales Miranda defiende a la mujer como espejo perfecto, como creadora y artista, como ser artístico con necesidad de espacio propio para crear y perfilar su imagen como reflejo del otro. En pocas palabras, es un intento de emancipación femenina, como la rebelión de la que habla María, la rebelión de Woolf, al mismo tiempo la rebelión de la forma en este ensayo lleno de frases poéticas e imágenes devastadoras. Luego María nos ofrece un ensayo en que habla de La Redención del uranismo a través de la literatura, poniéndola como la línea capaz de cruzar las posibilidades. Es a través de esta imagen que defiende la concepción de la mujer no como un complemento, sino como una totalidad y propone a la literatura como la portadora de todas las armas necesarias para difundir la verdad. En “El Túnel de Solanas” hace un paralelo, un cuadro ilustrativo, mas no comparativo, entre las ideas radicales de Valerie Solanas, presentadas en el manifiesto feminista S.C.U.M. y la obra de Ernesto Sábato, “El Túnel”. Es en este texto donde defiende la vida basándose en el inicio de la novela de Sábato: Existió una persona que podría entenderme, pero fue precisamente la persona que maté” y la idea de Solanas por eliminar a todo “macho” existente en el planeta; se juntan para definir al hombre, al humano como ser necesario para otro ser, reviviendo nuevamente la otredad y la esencia del espejo. Es quizá en este ensayo donde plantea La Completud del ser humano trascendiendo los prejuicios generados por nuestra visión dicotómica del mundo donde nos definimos por oposición o discriminación. En “Medusa” propone un ideal muy humano en el cual, la mujer no es más la bruja, la maga, el pecado o la tentación, sino un ser emancipado de todas las ilusiones, un humano. Por último, el libro concluye con el tributo más hermoso a un ser femenino de ficción, a la viuda Ching de Borges, en “La zorra busca el ala del dragón”. Es en este ensayo donde la autora, desde una perspectiva de las funciones, se sumerge en el viaje que tiene este personaje al elaborar un reglamento para ordenar la vida de los piratas chinos, defendiendo, de una manera particular, la capacidad de las mujeres en tareas cerebralmente importantes.

Romané se forma para reencontrarnos en otro espacio, con otras posibilidades, el terreno libre de la literatura nos socorre, manifiesta otra configuración de los elementos que nos realizan y así logra desfasar nuestra visión del mundo y de nosotros mismos; de las forma y las ideas a través del arte. La literatura es siempre posibilidad, y María la utiliza creando una circularidad reflejando una persistente fluidez que dialoga con el lector, permitiéndole responder a cada idea que lanza. Haciendo uso de distintos registros vanguardistas (símbolos superpuestos, imágenes que retratan perfectamente las palabras a cargo de la fotógrafa Sally Mann; diálogos y acotaciones poéticas) Romané se convierte en voz revolucionaria, en la forma exacta, el desvelamiento de otras posibilidades que traslucen una particular escritura de la autora.




2 comentarios:

Eduardo H 18 de junio de 2009, 4:45  

Maru, mi nombre es Eduardo Huaytán y soy integrante de la revista Tinta Expresa. Hemos decidido publicar tu reseña sobre el libro de María Miranda. Solo hay un problema: el número de páginas del poemario. Lo necesitamos con urgencia por ya estamos a punto de editar la revista. Te escribo a través de este medio, pues ha sido imposible encontrarte por otros.

Eduardo

Eduardo H 18 de junio de 2009, 4:46  

lo olvidaba, mi correo es eduardoh95@gmail.com

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